Escriben: Estefanía Alfaro y Rocío Morante, médicas y fundadoras de “Mujeres con Evidencia”
La maternidad transforma. No solo el cuerpo, también el cerebro.
Lejos de ser una creencia popular, estudios científicos recientes han confirmado que el cerebro de una mujer cambia estructural y funcionalmente con la experiencia de maternar, especialmente durante el primer embarazo.
¿Qué ocurre exactamente? ¿Estos cambios son permanentes? ¿Para qué sirven?
La neurociencia comienza a responder estas preguntas con hallazgos sorprendentes.
Uno de los estudios más influyentes fue liderado por el Instituto de Neurociencia en los Países Bajos (Hoekzema et al., 2016). A través de imágenes de resonancia magnética, se comparó el cerebro de mujeres antes y después del embarazo y se encontró una reducción significativa de materia gris en zonas asociadas con la cognición social, como la corteza prefrontal y temporal. Estos cambios fueron específicos del embarazo y no se observaron en mujeres que no habían sido madres.
Pero no se trata de una pérdida. Esta “reducción” parece reflejar una poda sináptica adaptativa: una reorganización del cerebro que lo hace más eficiente para tareas esenciales como empatizar, leer emociones y vincularse con el bebé.
En 2017, el equipo de la Dra. Susana Carmona, en el Hospital Gregorio Marañón, confirmó estos hallazgos en mujeres primerizas. Descubrieron una disminución simétrica de materia gris en las mismas regiones, que persistía incluso dos años después del parto. Compararon esta transformación con la adolescencia: una reorganización profunda para asumir un nuevo rol vital.
Durante el embarazo y especialmente en el posparto, se activa además una red conocida como el “cerebro parental”, que regula la respuesta al llanto del bebé, el manejo del estrés y la motivación para cuidar. Más que una revolución hormonal, es una reconfiguración funcional orientada al vínculo.
Estudios recientes (2023–2024) han mostrado que esta neuroplasticidad está facilitada por hormonas como la oxitocina y la progesterona, y afecta regiones clave como la amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal. La reorganización no es transitoria: algunas de estas modificaciones parecen mantenerse a largo plazo. El cerebro materno también muestra una mayor activación en áreas de recompensa y empatía, lo que potencia la conexión madre-hijx.
Al igual que en la adolescencia, el cerebro materno se reestructura para adaptarse a una nueva identidad. En ambas etapas se activan procesos profundos de reorganización social, emocional y cognitiva. No es casual que muchas mujeres describan el posparto como una revolución interna: lo es, también desde la neurociencia.
Plasticidad, pero también vulnerabilidad
El entorno importa. La neuroplasticidad del cerebro materno representa una oportunidad, pero también puede abrir la puerta a la sobrecarga si no hay apoyo. La ciencia muestra que madres con vínculos seguros, redes comunitarias y acompañamiento emocional tienen cerebros más sensibles al vínculo y menos reactividad al estrés. En cambio, la soledad, la violencia o la pobreza pueden amplificar la vulnerabilidad de este periodo.
La depresión posparto afecta entre el 10 % y el 20 % de las madres, y puede superar el 25 % en contextos vulnerables. Lo positivo es que es tratable. La psicoterapia, las redes de apoyo y, cuando se necesita, la medicación segura pueden marcar una gran diferencia. Cuidar la salud mental materna no es un lujo: es un tema de salud pública.
¿Y qué pasa con las madres adoptivas?
Aunque la mayoría de los estudios se centran en mujeres gestantes, hoy sabemos que no es el útero lo que crea un cerebro parental, sino el acto de cuidar. Investigaciones recientes muestran que las madres adoptivas también experimentan cambios cerebrales: con el contacto y el vínculo se activan regiones relacionadas con la empatía, la atención emocional y el apego.
Un estudio en Francia encontró que, si bien el patrón cerebral frente al llanto del bebé difiere al inicio entre madres biológicas y adoptivas, con el tiempo y el cuidado esas diferencias se reducen. Incluso en padres adoptivos se ha observado una mayor activación en la amígdala y la corteza prefrontal al cuidar.
La parentalidad se construye. Y el cerebro lo aprende.
¿Y el famoso “cerebro de embarazada”?
Frases como “baby brain” o “neblina mental” han servido muchas veces para desvalorizar la experiencia materna. Si bien es cierto que algunas mujeres pueden sentir lapsos de memoria o fatiga mental, la evidencia muestra algo mucho más complejo: el cerebro materno no se debilita, se especializa. Se adapta. Se enfoca en lo importante.
¿Por qué este tema importa en salud pública?
Entender que el cerebro cambia con la maternidad —en toda su diversidad— puede transformar la forma en que diseñamos nuestras políticas de salud, educación y bienestar. Necesitamos licencias postnatales reales, acompañamiento emocional desde el embarazo y sistemas de salud que reconozcan la neuroplasticidad maternal como una etapa sensible y crítica. También hacen falta políticas que incluyan a todas las maternidades: biológicas, adoptivas, solas, en red.
Esta plasticidad no debería verse como una carga individual, sino como una llamada colectiva: si el cuidado moldea el cerebro, necesitamos una sociedad que cuide a quienes cuidan. Que entienda que maternar —en todas sus formas— es un acto radical de conexión, de humanidad y de justicia. No debería verse como una carga individual, sino como una llamada colectiva: si el cuidado moldea el cerebro, necesitamos una sociedad que cuide a quienes cuidan.
Referencias
• Hoekzema, E. et al. (2016). Pregnancy leads to long-lasting changes in human brain structure. Nature Neuroscience.
• Carmona, S. et al. (2017). Reducción de materia gris en madres primerizas. Hospital Gregorio Marañón.
• Carmona, S. et al. (2019). Women’s neuroplasticity during gestation and postpartum. Human Brain Mapping.
• Kim, P. (2016). The plasticity of the parental brain. Developmental Psychobiology.
• Natu, V. S., et al. (2021). The impact of motherhood on the human brain: A review. Frontiers in Neuroendocrinology.
• Carmona, S. (2024). Neuromaternal. Embarazo y maternidad desde el cerebro. Editorial Planeta.
• Aspen Institute (2023). Parenting and the Brain: Neuroplasticity in All Caregivers.
• Chechko, N. & Nehls, M. (2024). Hormonal modulation of maternal brain plasticity.
• Sutter-Dallay, A.-L. (2023). Neuroscience of maternal mental health.
• Nehls, M. et al. (2024). Postpartum gray matter changes in new mothers.
• Pritschet, L. et al. (2024). Functional brain reorganization during postpartum adaptation.
• The Times UK (2024). How being a parent physically alters your brain.