Escriben: Estefanía Alfaro y Rocío Morante, médicas y fundadoras de “Mujeres con Evidencia”


Donde el cuerpo y la tierra se hablan

En el Perú, los saberes médicos tradicionales —especialmente los transmitidos por mujeres— enfrentan un proceso acelerado de pérdida, invisibilización y marginación institucional, a pesar de su vigencia, eficacia y arraigo territorial.

Son cada vez más escasos los escenarios, rurales o urbanos, en los que hablar de salud nos lleve a mencionar a una partera que diagnostica con las manos, a una abuela que sopla un té caliente mientras murmura un rezo, o a una curandera que devuelve el equilibrio con plantas, cantos y humo. Muchas veces estas figuras se mencionan en tono anecdótico o peyorativo: “eso le pasó por ir donde la partera”. Sin embargo, también estamos quienes creemos, valoramos y aprendemos de aquellas y aquellos médic@s tradicionales, y trabajamos por visibilizar su legado.

Antes de que la cultura occidental penetrara nuestro territorio, existía una cultura con su propio sistema médico establecido, vigente hasta hoy. Sin embargo, durante siglos ha sido invisibilizado, silenciado y vulnerado. Nos queda una pregunta: si no sirviera, ¿por qué persiste? Tal vez es momento de cuestionar los prejuicios que nos alejan de estos saberes. ¿Por qué no acudo a ella? ¿Por qué crecí creyendo que eran charlatanería o la última opción?


¿Y por qué persiste?

Desde tiempos prehispánicos, los pueblos originarios del Perú han desarrollado sistemas médicos propios, sostenidos por una comprensión integral del cuerpo, el territorio y el espíritu. Estos saberes no fueron erradicados con la colonización, sino desplazados y criminalizados. Aun así, han resistido: están presentes en prácticas cotidianas, en la transmisión oral, en la experiencia directa del cuidado. Todo ese conocimiento —que hoy se está perdiendo— ha sido tratado como superstición, como algo menor. Esa actitud se ha transmitido por generaciones, dejando a buena parte de la población ajena a sus propios orígenes.

El sistema de salud, construido desde lógicas coloniales, urbanas y patriarcales, les dio la espalda. No solo les quitó valor: también criminalizó a quienes lo practicaban. Aun así, los saberes medicinales indígenas siguen vivos. No porque el Estado los reconociera, sino porque muchas comunidades —sobre todo mujeres— se encargaron de cuidarlos, de pasarlos de boca en boca, de generación en generación.

Detrás de muchas de estas prácticas hay mujeres. Las que curan, las que escuchan, las que saben. Las que diagnostican sin exámenes de laboratorio ni ecografías, las que equilibran con baños de florecimiento, alivian sustos, mal de aire, tristezas hondas que no caben en un recetario. Su conocimiento no está en libros, pero sí en cuerpos entrenados en el arte de observar, sentir y acompañar. Son científicas territoriales, aunque nadie les haya dado ese título. Y lo hacen con una mezcla de ternura, firmeza y sabiduría que pocas veces reconocemos. Por culpa de quienes las marginan o agreden, a veces deciden dejar de transmitir su saber para proteger a su descendencia de la discriminación que ellas vivieron.

Ellas están ahí. Han estado siempre. Y sus saberes también: vivos, resistentes, profundamente enraizados en cuerpos, territorios y memorias que no se dejan olvidar. No hablamos de remedios sueltos, sino de sistemas completos de conocimiento, prácticas, rituales, formas de entender el cuerpo y la salud que van más allá de lo físico. Que te miran entera: con tu historia, tus emociones, tu vínculo con la tierra.


Entre normas sin cuerpo y políticas sin alma

Aunque existen normativas como la Ley de Salud Intercultural (Ley N.º 27811) y planes como el PNSPI (Plan Nacional de Salud de los Pueblos Indígenas), su implementación ha sido limitada y desigual. Solo una fracción de los centros de salud incorpora prácticas tradicionales, y la participación efectiva de médicas tradicionales en espacios institucionales sigue siendo casi nula. Además, la formación profesional en salud continúa sin integrar estos saberes en su currículo.

Son menos de 500,000 las personas beneficiarias de servicios de salud con pertinencia intercultural. ¿Cuántas cosas importantes nos estamos perdiendo por una currícula ajena a nuestra realidad y cultura? ¿Hasta cuándo se tolerará esta omisión?


Nace una Red, brota una esperanza

Desde Mujeres con Evidencia creemos que ya es hora de cambiar eso. Por ello, creamos la Red Peruana de Médicas Tradicionales (RPMT). Nuestro objetivo es reunir, conocer y compartir conocimientos entre mujeres de todo el Perú que practican la medicina no académica y/o tradicional.

Entendemos por médica tradicional a toda mujer que ejerce prácticas de cuidado y sanación basadas en saberes ancestrales, populares o no institucionalizados, transmitidos por vía oral, práctica o comunitaria, que integran el cuerpo, el entorno, las emociones y el espíritu. Esto incluye parteras, curanderas, sobadoras, hierberas, mujeres sabias, entre otras.

La Red busca visibilizar, reconocer y acompañar a las médicas tradicionales del Perú, creando espacios de intercambio, defensa y cuidado mutuo. Invitamos a comunidades, profesionales de la salud, colectivos y tomadores de decisión a sumarse a este esfuerzo. Escuchar, documentar, aprender y respetar: esos son los primeros pasos de una verdadera justicia epistémica.

No existe un registro nacional que contabilice a las médicas tradicionales activas. Sin embargo, según estimaciones de organizaciones como ONAMIAP y experiencias recogidas en regiones como Loreto, Ayacucho o Puno, se calcula que existen cientos —posiblemente miles— de mujeres que siguen ejerciendo prácticas tradicionales de cuidado y sanación en sus comunidades, muchas veces de manera informal y sin reconocimiento institucional.

La Red planea identificarlas a través de alianzas con organizaciones de mujeres indígenas, colectivos territoriales, experiencias de salud intercultural y metodologías participativas. Se priorizará el consentimiento informado, el respeto por la privacidad y los tiempos de cada mujer. La identificación no se hará con criterios extractivos, sino desde una lógica de reciprocidad.

La Red estará abierta a mujeres que practican saberes de sanación tradicional o popular en sus comunidades. No es necesario contar con certificación institucional, pero sí con reconocimiento comunitario o experiencia continua en el cuidado. Se abrirá un formulario virtual y se realizarán encuentros presenciales o virtuales por regiones. También podrán sumarse aliadas, estudiantes o profesionales que deseen acompañar, aprender y apoyar desde una postura respetuosa.

Porque no todo conocimiento nace en laboratorios, ni todas las voces con autoridad usan bata blanca. También hay ciencia en las cocinas, en los fogones, en las chacras. También hay evidencia en el cuerpo que mejora, en la comunidad que se siente acompañada, en la palabra que calma. La ciencia también puede hablar quechua, shipibo, awajún. Y puede tener voz de mujer, de madre, de abuela.

Escuchar esos saberes, respetarlos, cuidarlos… es también una manera de agradecerles por sostenernos cuando todo lo demás falló.

Si eres una médica tradicional o si conoces a alguna mujer que cumpla con los criterios, o si deseas participar como voluntaria en el trabajo de la Red (RPMT), escríbenos a: mujeresconevidenciape@gmail.com

 

Referencias:

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